
Desmaterialización planteada como una nueva y más efectiva alternativa para el desarrollo sostenible- que busca la utilización de menos recursos en la producción y promueve una cultura diferente en la relación hombre - producto, en la que lo importante es el uso, no la posesión.
Esta visión comprende no solo beneficios ambientales para el planeta, sino que es en sí una excelente estrategia de negocios.
Esta revelación hace parte del libro Desmaterialización: Sistemas Producto-Servicio, una estrategia diferente de negocios, resultado de una investigación doctoral adelantada por Alejandro Boada Ortiz y Oskana Mont, docentes e investigadores del Centro de Tecnología y Producción de la facultad de Administración de Empresas de la Universidad Externado.
Explican los autores que el concepto de desmaterialización -eje de su trabajo de investigación- se relaciona con la búsqueda del equilibrio económico, social y ambiental de una comunidad, mediante el uso de un número menor de recursos en la producción de materiales terminados, sin dejar de atender la satisfacción del consumidor.
Cabe mencionar que esta noción está ligada a la economía funcional. No obstante, la desmaterialización no cuenta en el presente con seguidores fervientes, pues, en realidad, no encaja con la idea de productividad en términos del actual sistema económico, basado en la producción masiva a bajo costo.
De acuerdo con los investigadores, el principal problema de esta perspectiva reside en la concepción -alejada, por cierto, de la realidad- de una abundancia interminable de recursos naturales, que tarde o temprano tendrá que ser revaluada, si lo que se busca es una producción sostenible.
Para cumplir con el objetivo de la desmaterialización es preciso adoptar los Sistemas Producto - Servicio (SPS), los cuales se encuentran en la llamada economía funcional, mejor conocida como sector económico de servicios, que busca la satisfacción del cliente, no en la posesión sino en la función del producto.
Estos modelos están diseñados para ser competitivos en el escenario empresarial, satisfacer las necesidades del consumidor y ser más tolerantes con el ambiente.
Un SPS se manifiesta como un puente entre tecnología y naturaleza, pues la función del producto se encuentra a disposición del consumidor mediante la no transferencia física del mismo.

Cabe destacar que un SPS se rige por políticas ambientales que regulan tanto su funcionamiento como el flujo de materiales que circula: la responsabilidad recae, en su mayor parte, en la empresa que produce y comercializa un producto, cuyo cometido es asegurar un artículo competitivo y rentable con una mayor tolerancia hacia el medio ambiente, con miras al futuro y un equilibrio social más acorde con la realidad que vivimos.
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